miércoles, 7 de septiembre de 2011

I WANT TO BE A SOLDIER. Más allá del soldado y el astronauta

40.000 asesinatos y 200.000 actos de violencia en televisión, cine y videojuegos...

Este será el número de escenas violentas que podrá ver un niño al alcanzar los 18 años de edad y el punto de partida que han elegido Christian Molina y Cuca Canals, director y co-guionistas de la película "I want to be a soldier",   para hacernos reflexionar sobre la violencia y la educación integral que estamos ofreciendo a nuestros jóvenes.

Para ello recurre a Álex, un niño de 10 años, quién a través de una redacción escolar, sobre lo que desea ser de mayor, nos va contando su creciente atracción por el mundo de la violencia.

Christian Molina, centra la relación principal de Álex con la violencia en dos personajes imaginarios, el Capitán Harry, un astronauta, y el Sargento John Cluster, un soldado, ambos protagonizados por Ben Temple.

Y es esta visión sin claroscuros y la presencia de la tele como elemento perturbador, la que nos puede llegar a descentrar sobre las causas de la violencia y su tratamiento en la película.

Es cierto que la influencia de la televisión y  los videojuegos ofrecen a los niños y jóvenes oportunidades para convertirse en adultos violentos, pero Christian Molina no se detiene en estas circunstancias, sino que trata de profundizar en ellas y tocar algunas de las aristas que pueden llegar a conformar el perfil de un violento.

Otras generaciones han asistido a la visión de escenas violentas a través de películas de guerra, de Western y policíacas básicamente y no por ello se han convertido precisamente en adultos violentos, llegando incluso a ser firmes defensores de la "no violencia" y pacifistas.

Entonces, ¿qué es lo que ha cambiado para llegar a asesinatos como los que se han convertido  desgraciadamente en habituales en institutos americanos y que poco a poco van cruzando el charco o matanzas de un lunático o extremista como la tristemente sucedida en la isla Noruega de Utoya?

Es en este punto en el que Christian Molina comienza una aproximación para tratar de profundizar en los elementos que pueden transformar a un niño en un adulto de características violentas.

Trata con pinceladas algunos de los elementos que pueden servir de caldo de cultivo a la violencia. Las escenas violentas probablemente se han hecho más abundantes y han cambiado algo su fisonomía, incluso llegan a regodearse en ellas, pero por sí mismas no derivan en acciones violentas.

Se ocupa de las siempre difíciles relaciones familiares y de como pueden degenerar en situaciones violentas. Trata la influencia de los celos entre hermanos y como pueden propiciar relaciones violentas si no se llevan de una manera adecuada, del abandono de los hijos por parte de los padres cuando las situaciones familiares y laborales los desbordan, de la compra de ese tiempo de relación con regalos, de la negación de los problemas como evasión de los mismos en vez de solucionarlos, de los chantajes emocionales entre los distintos miembros de la familia...

También trasciende el ámbito familiar para situarse en las relaciones de grupo, en los liderazgos, en como los  alumnos con carencias similares se agrupan como forma de sobrevivir ante esas situaciones de desamparo, en como el grupo coacciona al miembro que trata de resituarse en la vida presionándolo para que vuelva al mismo o llevándole a tomar determinadas actitudes en las que deriva sus carencias en forma de violencia hacia los compañeros o animales.

Llega al ámbito escolar y social, que generalmente se muestra torpe, ineficiente y carente de medios y recursos para dar una respuesta adecuada a estas situaciones y que suele terminar con falsas salidas que  llevan a la expulsión y que no solucionan el problema escolar y menos aún el social.

Christian Molina, trata de evitar la condena de las películas violentas y da una gran importancia al ámbito familiar, aunque no lo limita a éste : “Tengo una gran afición al cine de acción y al cine de terror. En ningún momento estoy haciendo una crítica de esas películas y en ningún momento pretendo decir que estas películas son la semilla del mal. La semilla del mal es el acceso inconsciente de los niños al contenido y los padres son los principales culpables pero no los únicos. Quiero concienciar al espectador para que saque sus propias conclusiones”.

Pero el complejo ámbito de la generación de la violencia trasciende a la película. Hay otros elementos que contribuyen a generarla que pueden ir desde la mala conciliación laboral y escolar, pasando por la pobreza, la injusticia social y la falta de cultura como gérmenes de violencia. Habría que plantearse de una manera más profunda todos los elementos que interaccionan en esta cuestión y hasta que punto este modelo económico influye y le interesa un caldo de cultivo que le proporcione soldados para utilizar en conflictos bélicos para lograr sus fines y que justifiquen la industria armamentística. Todo esto, en una época en la que a la condición de soldado acceden personas de escasa formación y que suelen provenir de terceros países. Quizás sea esta su principal carencia.

Por otra parte, habría que destacar la interpretación de Fergus Jordan (Álex) y de Ben Temple dando vida al amigo imaginario de Álex, primero un amistoso héroe de la exploración espacial y luego un inflexible instructor militar que nos hace pensar en influencias de Stanley Kubrick. Habrá que esperar a los créditos para ver de nuevo a Danny Glover invitándonos a la reflexión y recoger el guante de la misma más allá de coincidir o no en su moralizante discurso.

En definitiva, "De mayor quiero ser soldado" puede ser un buen punto de partida para una necesaria reflexión sobre un tema tan preocupante y candente. 





2 comentarios:

Blogmaníacos dijo...

Ocupada en cosas varias, no había podido leer todavía este post. Me ha gustado mucho ¡qué gran crítico se ha perdido el cine!
Muy bueno lo de "caldo de cultivo que le proporcione soldados para utilizar en conflictos bélicos para lograr sus fines y que justifiquen la industria armamentística".
Sí, ese trascender un poco lo familiar y lo social inmediato para llegar al meollo del asunto, es lo que podría haber dado otra dimensión a la película.
¡Chapeau!

Jesús Hernández dijo...

Gracias, Conchita. Me alegra que te haya gustado.
Un saludo